Una auténtica historia en la que se relatan las aventuras que viven tres amigos cuando deciden marcharse de su país de origen y comenzar una nueva vida a dos mil kilómetros de allí. Holanda se convierte en un escenario perfecto para demostrar que nunca hay que perder la esperanza, que siempre hay que enfrentarse a la vida con la más amplia de las sonrisas y que las mejores cosas ocurren cuando menos las esperas.

domingo, 30 de diciembre de 2012

"Hosts and guests"

25 de Diciembre de 2012.

Sin lumbre en la chimenea, sin olor a buena comida y con pocos adornos que decoren nuestra casa comenzamos a vivir nuestro primer día de Navidad en Eindhoven. Pensamos en lo rápido que pasa el tiempo y en el tiempo que llevamos aquí. Parece que fue ayer cuando nos bajamos del avión y ya hoy echamos de menos los turrones y polvorones. Tiempo de nostalgia es lo que nos toca vivir ahora, pero ya sabéis. Lo sabemos llevar lo mejor que podemos y no nos ponemos tristes. Hay que echar muchas cosas de menos pero también hay que pensar de manera positiva y darnos cuenta de que, al igual que hay muchas cosas que añoramos, hay muchas cosas que todavía nos esperan por ser descubiertas y muchas más cosas por vivir. ¡A vivir una Navidad diferente, pero igual de especial que todas las que hemos vivido hasta ahora! 

Este año, a diferencia del resto de años, tenemos Navidad por doble ración. Repetimos, como las natillas. En este país celebran la Navidad dos días seguidos, así que nosotros, como buenos holandeses nos amoldamos a sus costumbres. Así que abandonamos los colchones y nos ponemos las botas para comenzar este día tan navideño. 

¡Y comenzamos con unas cenitas gratis! Sí, sí. Resulta que los sobres que nos entregó ayer Desiré a Mary y a mí son dos invitaciones para dos personas cada uno para uno de sus restaurantes. Así que tenemos unas cenas pendientes. Como Aylim también trabaja con ellos y también tiene invitación podemos cenar todos juntos. ¡Hay que buscar fecha para irnos de restaurante! Y cada uno de nosotros con un acompañante. ¡Qué buen regalo de Navidad nos han hecho nuestros jefes! 

Hoy Ana y yo trabajamos a las seis en los restaurantes y Mary no, creo que no tiene nada que hacer, ni ir a ningún sitio. Nos despertamos tarde así que no nos da tiempo de hacer muchas cosas antes de irnos al trabajo. Además, tengo que salir antes de casa porque a las cuatro y media he quedado en el restaurante para que comamos todos juntos. No es una comida de empresa, pero más o menos. Aylim y yo comeremos con el resto de trabajadores y con los jefes. ¡Qué rico! A ver qué me ponen de comer, pero que no se pasen mucho que todo lo que ensuciemos lo tengo que limpiar más tarde. 

Duchado y vestido me despido de Mary y de Ana, cojo la bicicleta y me voy al restaurante. A las cuatro y media llego a la cocina, los saludo a todos y Aylim me dice que la comida aún no está hecha, así que, aunque no son las seis y no es la hora de ponerme a trabajar comienzo a limpiar, para ir adelantando trabajo. Cuando quedan pocos cacharros por limpiar Aylim me dice que vamos a comer. ¡Pues venga! A comer. 

Dos camareras, un cocinero, Aylim, los jefes y yo nos sentamos alrededor de una de las mesas del restaurante y comenzamos a degustar nuestros platos de comida. ¡Qué sensación más extraña eso de comer en un restaurante solamente para ti y tus compañeros! Encima vestidos con los uniformes del trabajo hacen de la comida más especial y diferente de lo que ya es. Me siento entre Aylim y Desiré, la jefa. Comenzamos a comer. 

Un plato de carne con verduras para cada uno y un recipiente enorme de patatas fritas decoran la mesa. Vino y un agua con gas como bebidas, aunque también puedes beber cerveza, agua normal o lo que quieras. “Éste agua está malísima” me dice Aylim a regañadientes mientras que se llena su vaso para disimular y hacer pensar a los comensales que le gusta. A mí también me lo llena. ¡Dime a mí si está malo o no! Uno de nuestros primeros días en estar en Eindhoven nos moríamos de sed y entramos en un supermercado, en un hasta el momento desconocido Jumbo, y nos compramos una botella de agua. La sorpresa llegó cuando le di un trago enorme y convencido de que me iba a gustar. Esa agua mala no pudo estar en mi boca por mucho tiempo y salió disparada, convirtiéndome en un aspersor de agua con gas. ¡Qué agua más mala! ¿Cómo se la pueden beber de esa manera? Con lo mala que está, enserio. No lo entiendo. Pues Aylim me llena el vaso de esa agua, aunque nadie la toca. 

Codo con codo con Aylim y con mi jefa comemos la carne. Creo que es Bambi, no es que nos estemos comiendo al cervatillo de la película de Disney si no que es ciervo. Como Aylim no sabe algunas palabras en inglés y trabaja en la cocina tiene que utilizar términos que sean comunes para todos. Así que el ciervo se convierte en “Bambi” y las langostas se convierten en “Sebastián”, el cangrejo de La Sirenita. Bueno, pues creo que ahora estamos comiendo Bambi. Está bueno, pero me da pena pensar en Bambi. Y comemos muchas patatas fritas, con mahonesa. Nos encantan. 

La carne está rodeada de verduras de varios tipos, las cuales algunas me gustan y otras no. Juego, gracias al tenedor, con unas pequeñas bolas verdes que circulan por mi plato. Le digo a Aylim que qué es eso y me dice que es brócoli. Pincho una con el tenedor y me la meto en la boca. Comienzo a saborear en mi boca mientras que miro a Aylim. “¡No pongas cara de asco!” me dice mientras me recuerda que estamos comiendo con los jefes y con cocineros. Y no pongo cara de asco, y eso que no me gustan. Me lo trago como puedo y me doy cuenta de lo que Aylim puede llegar a conocerme en tan poco tiempo. No pongas cara de asco. ¿Cómo sabía que iba a poner cara de asco? Supongo que es muy típico de mí eso de poner cara de asco. 

Cuando terminamos de comer recogemos la mesa y continuamos con el trabajo. Vengan platos y cubiertos, sartenes, ollas y demás utensilios de la cocina. El lavavajillas no para de funcionar, ése es su trabajo y ése es mi trabajo. ¡Que el lavavajillas no pare! 

Mientras continuamos cada uno con nuestro trabajo recibo un mensaje en el móvil. Es Mary y me dice que quiere hacerle algo a Ana, para que podamos recompensarle todo lo que hizo ayer por nosotros, por la cena y porque la noche de ayer se convirtiera en una Nochebuena de verdad. Así que decidimos hacerle a ella una cena en secreto para que cuando llegue de trabajar esté todo preparado. ¡Me parece una buena idea! Se lo digo a Aylim, y ella y Gianlu se unen a la sorpresa. Siempre son bien invitados. 

La cocina limpia y todos los utensilios en su sitio anuncian que la jornada del día ha terminado. Así que, con los uniformes de trabajo de nuevo en las taquillas, nos despedimos de nuestros compañeros y nos vamos a casa. Mary nos está esperando con una cena medio hecha. Vamos en búsqueda de Gianlu y una vez los tres juntos nos vamos a casa. ¡Mary allá vamos! 

Preparamos todo el salón, colocamos las cosas en la mesa y lo tenemos todo listo para que Ana pueda llegar a casa tranquilamente. ¡Ya le hemos dicho que cuando termine de trabajar que nos llame! Así que seguro que sospecha algo, pero no importa. Aylim y Gianlu se meten en el servicio, para darle la sorpresa, y Mary y yo nos escondemos tras la puerta del salón, utilizando el colchón de cuadros escoceses como pared en la que poder ocultarnos. Ana ya está subiendo por las escaleras. Se escuchan los pasos y nos quedamos en silencio, aunque alguna de esas risas nerviosas que se producen cuando estás nervioso se escapa. Ana mete la llave en la cerradura del salón, gira y abre la puerta. Se topa con el colchón en vertical de los cuadros escoceses. “¿Qué pasa aquí?” es lo que dice al entrar en el salón. Mary y yo aparecemos dando voces, dejando caer el colchón al suelo, y a Ana se le dibuja una sonrisa de oreja a oreja. Aylim y Gianlu, al escuchar que Ana ya está en el salón, también aparecen gritando un entusiasta “¡Sorpresa!”. Y nos sentamos alrededor de la mesa, a disfrutar de la cena, de nuestra cena de Navidad. Nuestra primera Navidad lejos de casa y lejos de nuestra familia y amigos. Aún así, esta es nuestra primera Navidad en esta casa, nuestra casa, y con nuestra familia, nueva familia, de Eindhoven. 

Así que disfrutamos de nuestra cena y de nuestro postre. ¡Porque también hay postre! Mary ha hecho una tarta de galletas, como no podía ser de otra forma, y de chocolate blanco. Está buenísima no, lo siguiente a eso. ¡Un bote entero de nocilla blanca! Qué barbaridad. Normal que esté tan, tan buena. Aunque me pongo triste al descubrir que Mary ha gastado el bote entero. “No te preocupes, ya compraremos otro” me dice, consiguiendo que olvide mis penas y regresando a mis alegrías. ¡Una nueva cucharada de tarta! Las mejores tartas del mundo, las más sencillas y las más especiales. No las hay mejores. ¡Que vivan las tartas de galletas y chocolate! 

Sentados alrededor de la mesa y disfrutando de éstas cenas improvisadas es como conseguimos convertirnos en amigos, en amigos que se divierten y disfrutan de los momentos. Es como nos convertimos en esas personas que están tan lejos de la gente a la que quieren, que luchan por los sueños que viven en sus mentes y que siempre intentan superar los malos momentos con una sonrisa en la cara, consiguiendo convertirlos en los mejores momentos. De esta manera es como nos convertimos en una nueva familia, que se ayuda y se apoya, que se cuenta sus alegrías y sus penas, sus temores y pesadillas, sus mejores momentos y sus grandes esperanzas. Nos convertimos en aventureros, en unos supervivientes, en la parte de un grupo, en un grupo y en todo lo que nos une y nos conforma. Es todo lo que somos y todo en lo que nos transformamos, a cada día que pasa, a cada experiencia que vivimos y a cada segundo que se cuela por nuestras vidas. 

Aquí seguiremos. Aquí continuaremos. Y de esta manera nos convertimos en nuevos momentos, en nuevas alegrías, diferentes experiencias y sorprendentes sensaciones. En nuevos pensamientos, novedosas sensaciones e inimaginables sorpresas. Nos convertimos en gente que forma un grupo, que viaja en bicicleta por las calles, que se moja bajo la fría lluvia, que busca lo que desea encontrar, que juega como un niño en la nieve, en gente que ayuda a los demás, en gente a los que ayudan, en gente que prepara cenas inesperadas y que hace postres para chuparse los dedos. No convertimos en sorprendidos y sorpresas, en niños y adultos, en amigos y familia, en anfitriones e invitados. 



Estamos bien, estamos aquí, estamos en Eindhoven.

1 comentario:

  1. Bueno por las fotos y lo que escrib@s entretenido lo estáis jejeje, conocí vuestro blog en los premios pero me a gustado mucho, suerte y un saludo cordial.

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