Una auténtica historia en la que se relatan las aventuras que viven tres amigos cuando deciden marcharse de su país de origen y comenzar una nueva vida a dos mil kilómetros de allí. Holanda se convierte en un escenario perfecto para demostrar que nunca hay que perder la esperanza, que siempre hay que enfrentarse a la vida con la más amplia de las sonrisas y que las mejores cosas ocurren cuando menos las esperas.

jueves, 18 de octubre de 2012

"We are"

18 de Octubre de 2012.

Somos amigos, somos enemigos, somos culpables e inocentes, somos libres y presos, valientes y cobardes, somos altos y bajos, delgados, gordos, alegres, simpáticos y antipáticos. Somos atentos, serios y trabajadores. Somos educados, ingeniosos, exigentes y entusiastas. Somos generosos, comprensivos y, a veces, presumidos. Somos amables y estúpidos, extravagantes, malhumorados, gruñones, despiertos, dormidos, fantásticos y fieles. Somos honrados, desvergonzados, prudentes y confiados. Somos cultos, chiflados, salvajes, sensatos, serios, sociables y soñadores. Somos decididos, lanzados y desordenados. Somos rebeldes y risueños, llorones y extrovertidos. Somos. Somos tantas cosas que a veces simplemente basta con decir una sola: Somos. 



Todas las noches esperamos en la habitación hasta las 11 de la noche para que el encargado de la pensión se vaya y así nosotros podemos atracar la cocina tranquilamente. Pues eso es lo que hicimos anoche y, seguramente, lo que hagamos hoy también. Nos ponemos las botas y aprovechamos. Cenamos unas tostadas, un poco de cereales con leche y metemos los dedos en el bote de la nocilla. ¡Bendita nocilla! La cena transcurrió de forma normal hasta que Mary fue a beber el último sorbo de leche que quedaba en su taza y su garganta ordenó “¡Ahógate!”. “¡¡¡Puuuuaaaaffff!!!” Mary expulsó, de forma inmediata y como si de un aspersor a toda presión se tratase, toda la leche de su boca y la estrelló contra su taza. ¡Qué asco! En fin, corramos un estúpido velo. 

Ana llega de trabajar y viene con buenas noticias: dice que alquilemos un piso vacío porque el marido de la Señora Rosa conoce una tienda donde venden muebles y lavadoras muy baratos. Además ya sabemos que podemos comprar una lavadora por cien euros, por lo tanto la idea de alquilar el piso amueblado la deshacemos poco a poco. 

Esta mañana, Mary y yo, nos hemos ido a desayunar y hemos innovado en las tostadas. ¡Bacon frito y huevos revueltos! ¡Desayuno americano 100 x 100! Esta pensión es una maravilla. 

A las diez Mary se va con Marleen y Ana y yo tenemos una cita en una agencia inmobiliaria. Un poco antes de las 11 salimos de la pensión y llegamos a nuestra cita, donde nos espera el chico de ayer para hablar del piso que nos gustó. Nos sentamos ante él, nos ofrece algo de beber y Ana le dice que quiere café. Nada más empezar le digo que ese piso nos parece muy caro, que si no tiene algo más barato que ofrecernos y nos dice que en estos momentos solamente tiene eso. Nos empieza a hablar en inglés y creo que la frase “Hablamos poco inglés, por lo tanto ¿podrías hablar más despacio?” no la entiende muy bien porque vaya rollos que nos suelta. Nos dice que si queremos ese piso que tenemos que pagar el depósito hoy, así que se lía a rellenar un papel y nos lo entrega para que veamos todo lo que tendríamos que pagar. ¡Quieto parao! Qué barbaridad. ¿Seguro que nos vamos a meter en este embolao? Huye Ana, huye lejos y no regreses. Le decimos que no podemos pagarle el depósito ahora y que si podemos volver dentro de dos horas, para sacar dinero de las tarjetas de crédito. Nos dice que sí y así que nos vamos. Eso es muy caro, pero trae de todo. Eso es muy caro, vamos a buscarnos uno sin amueblar y sin lavadora ni nada. Ese es muy caro y yo no tengo trabajo. Así que, una vez en la pensión comenzamos a buscar de nuevo pisos y le enviamos un correo al chico de la agencia para decirle que no podemos pagar eso tan caro. 

Comenzamos a recibir nuevas ofertas de diferentes pisos y nos ponemos en contacto con dos de ellos, a los que ya hemos visitado en persona. Uno es el que visitamos hace días, el que el chico de la agencia estaba casado con una mujer que su prima vivía en Tenerife y donde había una terraza grande y un pastor alemán un poco agresivo. Bueno pues lo llamaremos “El del perro agresivo”, al piso me refiero. Y nos ponemos en contacto con el que visitamos ayer, el que tenía el baño separado, el retrete por ahí perdido y el patio lleno de contenedores, supuestamente lleno de holandeses en descomposición. Ahora la riña está entre esos dos pisos, aunque nos gusta más “el del perro agresivo”. Además se encuentra en la calle “Rubensstraat” que me recuerda a mi primo Rubén, que no tiene nada que ver pero yo lo digo. La búsqueda continúa. 

Al momento nos llega la respuesta del chico de la agencia al que le hemos dicho que no podemos pagar eso y, como ha visto que va a perder a los clientes que hablan inglés en modo indio, nos ha intentado cazar con otra oferta. ¡Pero si nos has dicho esta mañana que no podías ofrecernos nada más! Qué espabilao… Incluso nos ofrece llevarnos en su coche hasta el apartamento pero le decimos que no porque no queremos que nos hable tanto. Ana le pone la excusa de que “nos gusta andar”. Bravo Ana. 

Se trata de un piso más barato que el de ayer, está sin amueblar, no tiene nada, pero incluye todo lo que es el agua, luz, gas e internet. Decidimos darle una oportunidad y quedamos a las cinco de la tarde. ¡Eso es una sala vacía con una puerta que se comunica con un retrete y una ducha! Encima está construido en el patio trasero de una casa. No nos interesa, que nos vamos a meter tres inquilinos y vamos a estar muy vigilados. Lo dicho, la búsqueda continúa. 

A las cinco y media Ana se va al restaurante, me quedo en la habitación y espero hasta que llega Mary. Me cuenta todo lo que ha hecho durante el día y se le ve muy feliz. Ha estado redecorando la tienda, han estado planeando cosas para la semana del diseño, han comido media tortilla que les sobró del otro día, se han reído y han continuado con las clases de inglés y español. Marleen se preocupa por todos nosotros y Mary la tranquiliza diciéndole que estamos bien. El desfile de diseños y de diseñadores continúa, pues todos llevan sus productos a la tienda para ser vendidos. ¡Dice Mary que el almacén ya está desordenado de nuevo y que está repleto de cajas de cartones! Y Marleen ha hecho un regalo a Mary: una cantimplora antigua que estaba en el almacén, Mary le ha dicho que le gusta y ella se lo ha regalado. ¡Es un encanto! Además no han terminado aquí los regalos, pues le ha prometido que cuando tengamos nuestra casa nos podemos llevar una maleta antigua que tiene allí de decoración. Es preciosa y nos encanta. ¡Qué alegría! No tendremos ningún mueble en la casa, ni lavadora, ni camas… pero tendremos una super maleta de diseño preciosa decorando toda la soledad del hogar. 

Tenemos hambre pero son las ocho y media y el chico de la pensión no se va hasta las once. Los dos continuamos con los portátiles, intentando olvidarnos de los sándwiches que nos esperan y esperando que las agujas del reloj marquen las once. “¡Marleen!” grita Mary de repente. “¿Qué pasa?” le digo desde mi cama, un poco asustado y sorprendido por la cara que está poniendo Mary. Marleen le ha enviado un correo electrónico a Mary. “Dani, Dani, Dani, que fuerte” repite varias veces sin decirme qué es lo que pasa. “¡Marleen dice que si puedes hacer un trabajo mañana con Derek!” ¿Qué qué? Nos ponemos super contentos y sin creérnoslo del todo. Marleen me ha ofrecido un trabajo para mañana con su novio, Derek. ¿Para qué será? ¿Querrá que le haga algo en el ordenador, será para limpiarle la cochera o para pasear al perro? Sea lo que sea lo quiero. Y después de un “Por supuesto que sí” y un “Gracias por todo” nos contestan y nos dicen que mañana a las nueve tengo que ir con Derek a montar una exposición. ¡Qué guay! Pues ala, mañana me toca madrugar un poco más. 

Y aquí estamos, después de haber cenado en la cocina de la pensión, tumbados en las camas con los portátiles. Mary está viendo el capítulo de una serie, Ana sigue en el restaurante y yo estoy terminado la carta del día. Mañana será un nuevo y diferente día, como todos pero como ninguno. 



Somos buenas noticias, malas noticias, viajes en avión, vuelos baratos y desayunos incluidos. Somos los cafés en el Jumbo, los tés en la nevera y los cereales en el armario. Somos la rueda de una bicicleta, el olor de un tulipán y la fuerza de una bombilla. Somos nuestros miedos, nuestras peores pesadillas y nuestros errores. Somos nuestras alegrías y esfuerzos, nuestras discusiones y nuestros mejores momentos. Somos una tienda de diseño, un restaurante español, una búsqueda de empleo. Somos un apartamento sin amueblar, una lavadora que nadie ve y unas camas de cuarenta euros. Somos un sándwich que se funde en el microondas, somos un proyecto en la pared, una alarma a las ocho de la mañana, una cita con un agente, una crema de manos con olor a coco y un bote de nocilla. Somos una carta que llega desde Holanda, una llamada de teléfono y un video a través de una web cam. Somos todo aquello que nos rodea, que nos entusiasma y nos fascina. Somos la lluvia que moja las aceras de la ciudad, el frío que congela nuestras manos y el calor que sentimos en el cuerpo. Somos el mejor de los sentidos, la mejor de las propuestas y la mayor aventura que hemos vivido. Somos una promesa que se cumple, una ayuda que se recibe, una verdadera sonrisa. Somos una lágrima de felicidad, un trabajo inesperado y un sueño que compartir con los ojos abiertos. Somos una ciudad, somos miles de sueños por cumplir, somos una realidad. Somos una fantasía, un cuento de niños y una historia de mayores. Somos esperanzas y ganas de luchar. Somos todo lo que ves, lo que no ves, lo que imaginas y ni te imaginas. Somos lo que somos, porque simplemente somos. 



Estamos bien, estamos aquí, estamos en Eindhoven.


No hay comentarios:

Publicar un comentario