Una auténtica historia en la que se relatan las aventuras que viven tres amigos cuando deciden marcharse de su país de origen y comenzar una nueva vida a dos mil kilómetros de allí. Holanda se convierte en un escenario perfecto para demostrar que nunca hay que perder la esperanza, que siempre hay que enfrentarse a la vida con la más amplia de las sonrisas y que las mejores cosas ocurren cuando menos las esperas.

lunes, 11 de febrero de 2013

"Lo que te hace grande"

10 de Febrero de 2013.

Ella siempre pensó que para ser una gran persona tendrías que realizar buenos actos durante toda tu vida, mientras que él simplemente pensaba que realizando pequeños detalles conseguirías llegar a lo más alto. Los sentimientos, los hechos, los acontecimientos, las dudas y los miedos, los temores y pesadillas, lo que pensamos, lo que no pensamos y en quién pensamos. Todo ello nos hace personas, nos hace fuertes y nos hace sentir grandes. Como ella, que vivía para realizar cosas buenas, y como él, que se dedicaba a regalar pequeños detalles a la vida, vivimos siendo mortales y nuestra meta es sentirse inmortales. 

Como una vez dijo E. Hemingway: “cuando un hombre ama con suficiente pasión aparta a la muerte de su mente, hasta que vuelve como hace con todos los hombres, y es hora de volver a hacer el amor de verdad”. Y tenía razón pues, solamente cuando consigues enamorarte de verdad, tus pensamientos consiguen apartarlo todo de ti, incluyendo a la permanente muerte que nos acecha desde el final del camino. Es entonces cuando evolucionas y consigues volverte inmortal, aunque sea por unos segundos. Y lo inmortal te hace persona, te hace libre, te hace grande. 



El domingo pasa desapercibido si lo comparamos con la locura, la diversión y las fiestas de la noche anterior. El domingo es tranquilo, relajado, cansado y vago. El domingo da pereza, da pereza todo. Tumbado en el sofá, sin tener mucho que hacer, y después de haber comido junto a mis mellis un sorprendente arroz con carne picada, esta vez a Mary no se le olvidó cocinarla, me detengo y mis pensamientos vuelan a su libre albedrío consiguiendo que me transporte de nuevo a la pista de baile donde unos super héroes abandonaron las peligrosas calles de la ciudad para mover el esqueleto como solamente ellos sabían hacerlo. 

La noche comenzó con fuerza. Todos los amigos españoles nos reunimos con nuestros disfraces en el Dr. Ink, el bar al que tanto nos gusta ir los fines de semana, y nos presentamos con nuestros nuevos nombres y vestimentas. Ana nos deleita con su super capa color rojo y una peluca sorprendente que nos deja sin aliento, no olvidando una equis formada en el pecho que la convierte en una heroína muy atractiva; Mónica, la murcianica de pelo Pantene, lucía un modelito con mini falda verde pistacho y capa del mismo color combinado con una super M pegada al pecho y nos lanzaba contra el suelo cuando ondeaba su melena en el centro de la pista; Gianlu se convirtió por una noche en el super héroe Thor, con peluca rubia y martillo de goma espuma incluido; Mateu llamó la atención con una peluca a lo Marylin Monroe y unas gafas de sol tan ochenteras como femeninas; Eva estaba preparada para salvar al mundo con su vestido de super heroína, moviendo las caderas como la que más en la pista de baile; Andrea nos sorprendió con una pizarra colgada al cuello en la que suponemos que dejaría mensajes amenazantes a todo aquel villano que nos prometiera venganza; El Cari se convirtió en un super conejo rosa de peluche que destacaba sobre un grupo de super héroes, supongo que se convirtió en nuestra mascota del equipo; Davinia lució una capa de rayas negras y blancas, combinadas con todos sus complementos; Javi se transformó en el Capitán Salami y ofreció a todos un poco de su embutido; Iñaki no sabía de qué iba disfrazado, y nosotros tampoco; Lidia fue una super heroína muy dorada y su pareja Adrián se convirtió en El Zorro más holandés de toda la fiesta, con espada y antifaz incluidos; Aylim combatió contra el mal con un trabajado conjunto rosa, combinado con todos los elementos posibles, y convirtiéndose en la Super Girl más pink de todas; y Mary y yo fuimos el “¿qué lleváis en la cabeza?” con nuestras super orejas enormes que parecían ser de burro mezclado con duende y combinado con gremlin. La noche fue de lujo, la noche fue super, de super héroes. 

Hago una breve pausa para decir que si me he olvidado a algún super héroe por el camino lo siento mucho, pero como podréis observar el grupo de españoles del sábado fue bastante numeroso y entre capas y antifaces era difícil diferenciarnos los unos de los otros. Con la música penetrando en los oídos, las cervezas refrescando nuestros estómagos y las capas de colores combinándose en el medio del Dr. Ink pasamos las horas sin percatarnos de ellas. Nos reímos y disfrutamos como niños, aunque lo hubiéramos pasado mejor si hubiéramos tenido el espacio al que estamos acostumbrados a tener. ¡El Dr. Ink estaba repleto de gente y apenas podíamos deleitarnos con nuestros bailes y nuestras locuras españolas! ¿De dónde ha salido toda ésta gente? ¡Queremos nuestro espacio de siempre, queremos nuestro Dr. Ink de toda la vida! Incluso a veces la gente conseguía ahogarte con tu propia capa cuando pasaban tras de ti y se refregaban contra tu espalda. ¡Que me ahogo, que me ahogo! Y conseguías rescatarte del peligro dando un tirón de tu capa y trayendo de nuevo a tu cuello a su lugar habitual. Los super héroes podrán salvar el mundo, pero también pueden morir asfixiados con su capa en una noche de baile. 

Sobreviviendo a los malvados villanos que nos robaban el espacio, bailamos hasta las cuatro de la mañana. Y no más porque es la hora en la que cierran los bares y pubs. Acostumbrados a las fiestas de España esto nos sabe a poco, a muy poco. Antes de marcharnos a casa hacemos de todo. ¡Hasta un manual de instrucciones de cómo conseguir realizar veinte o más trajes de carnaval con solamente un trozo de tela! Mónica, Ana y Mary son testigos de cómo utilizo mi capa de super héroe para convertirme en un egipcio, en una monja moderna, en un moro con turbante, en un jeque árabe, en una persona con bufanda, en una persona con soga al cuello, en un perro con collar, en una mujer con falda, en una mujer con vestido, en un mago que hace desaparecer cosas y hasta en un mendigo de la calle que pide monedas a la gente que pasea. Con una tela de tres euros puedes conseguir una infinidad de disfraces de carnaval. ¡Y cuando pasen las fiestas puedes realizarte unas bonitas cortinas para tu salón con super ventanal sin cortinas! 

Y en vez de decir que nos vamos a casa decimos que nos vamos a rescatar a alguna ancianita que cruza lentamente un paso de peatones mientras un coche acelera esperando a que el semáforo vuelva a verde, o a salvar a un pobre gatito del tejado a dos aguas de alguna casa de Holanda o simplemente a volar por los cielos mientras formamos nuestras siluetas sobre la Luna llena al estilo E.T. ¡Porque nuestras bicicletas también vuelan con nosotros! Tenemos capa y bicicleta. ¿Qué super héroe da más? Y con las orejas fabricadas de cartón y tela llegamos a casa, damos la bienvenida a nuestro salón y descubrimos que nadie, ni siquiera el vecino invisible, lo ha recogido y ordenado por nosotros. Maldiciendo el desorden y el caos nos vamos a la cama, añadiendo los disfraces y las ropas a la catastrófica composición que decora nuestra casa. Pedimos a Nicole Kidman, la que vive con nosotros, que nos eche una mano con la limpieza, pero al levantarnos a la mañana siguiente descubrimos que nos hace el mismo caso que Daniel el Travieso le hacía al Señor Wilsom. 

El domingo por la mañana recogemos todo, ordenamos todo, pasamos la aspiradora, limpiamos la cocina y hasta pasamos la fregona. La casa está impecable y rezamos para que quede así por mucho tiempo. A Mary le encanta fantasear que es una bailarina de ballet, o de cualquier otro estilo musical, y con sus calcetines se desliza sobre el suave parquet que la transporta de una punta del salón a la otra sin ningún esfuerzo. Ahora dice que se desliza mucho mejor que antes y que da gusto poder sentirse tan ágil, como si volaras sobre el suelo. Cada vez que se levanta nos deleita con un espectáculo de danza que ni los de El Lago de los Cisnes son capaces de bailar sobre los escenarios de sus teatros, aunque su versión es más bien como La Charca de los Gansos. Eso sí, los calcetines los tendrá llenos de todo menos cosas limpias. 

Ana aún tiene el puzle sobre la mesa a medio terminar o a medio empezar, según como lo quieras ver. Ella dice que le queda lo más difícil ya que solamente le quedan por ordenar las piezas de la parte del cielo y son todas azuladas y blancas. La verdad es que sí que es la parte más difícil de todas pero es que ya ni lo intenta, Mary está harta porque necesita más espacio en la mesa para poder trabajar y dice que el día que menos se lo espere lo quita de en medio. Ana tiene un ultimátum o el puzle, que es al que le peligra la vida. 

Con los cuerpos aún apalancados nos despedimos del domingo y pensamos en el día que nos espera horas más tarde, ya que tenemos que estar en el estudio a las nueve de la mañana y el despertador suena un poco antes de las ocho. Subiendo las escaleras, y pensando en los colchones sobre el suelo y en los nórdicos de segunda mano, nos despedimos de un domingo más y horas más tarde amanecemos en un nuevo lunes. 



Ella, rodeada de cosas buenas, se dejaba impresionar por los fabulosos detalles que él le regalaba continuamente. Él era su persona grande, el más importante y ella se convertía, sin saberlo, en sus mejores deseos, en sus ganas de seguir realizando detalles bonitos y en sus ansias por mantener siendo para siempre, y el uno para el otro, sus personas grandes. 

Y uno de esos días en los que no esperas recibir nada a cambio de nada, en los que tus sueños se ven inalcanzables y en los que tus metas consiguen alejarse como lo hace el horizonte, ella le hizo una propuesta, la propuesta de sus vidas. Le pidió la libertad, las ganas de volar y las ganas de dejarlo todo, le pidió fuerzas y valor, ayuda y compasión. Ella le pidió que la amara para siempre, para el resto de sus días, y él, sin dudarlo ni un momento, se acercó lentamente hasta su rostro, que lo acariciaba contra el suyo, y le susurró las palabras más bonitas que jamás nadie había conseguido pronunciarle. Respiró, llenando su pecho de valor, y dejó escapar al aire, que formaba palabras cuando abandonaba el roce de sus labios. 

“Vayámonos agarrados de la mano, mirando las estrellas desde el firme suelo que nos invita a mantener nuestros cuerpos sobre la tierra; vayámonos como se van las primaveras, dejando a su paso los multicolores pétalos marchitos; como la nieve se escapa del suelo, convirtiéndose en agua cristalina y como los vientos soplan formando tempestades, arrasando con todo menos los amores verdaderos. Vayámonos, de la mano, bien fuerte, y te regalaré la mejor de las medias noches que podrás vivir bajo los cielos de una hermosa ciudad a la que todos conocen como la ciudad de los enamorados. Vayámonos” y se detuvo, escuchando la belleza del silencio combinada con la elegancia de su mirada. Y nadie dijo nada, ni ella, ni él. Simplemente una lágrima recorrió el rostro de la mujer, que había descubierto que podría llegar a ser inmortal. Que había descubierto que su amor era verdadero y para siempre, que había descubierto que con aquel simple detalle el hombre de sus sueños, el que la miraba a escasos centímetros, se había convertido en su persona más importante, en la más grande. Y descubrió el amor verdadero, con una mirada, con unas palabras, con un detalle. 

Es entonces cuando evolucionas y consigues volverte inmortal, aunque sea por unos segundos. Y lo inmortal te hace persona, te hace libre, te hace grande. Porque los pequeños detalles, tus pensamientos y sensaciones, tus miedos y temores, tus sueños y metas, las cosas que piensas, las que no piensas y las que no quieres llegar a pensar, todo lo que te rodea, tu interior y tu exterior y todo lo que te forma es lo que consigue hacerte realmente persona, dándote la ansiada libertad y recordándote, día tras día, que puedes llegar a ser muy grande, tanto como te lo propongas. Porque todo, hasta el más insignificante detalle, es lo que realmente consigue hacerte grande. 





Estamos bien, estamos aquí, estamos en Eindhoven.

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