Una auténtica historia en la que se relatan las aventuras que viven tres amigos cuando deciden marcharse de su país de origen y comenzar una nueva vida a dos mil kilómetros de allí. Holanda se convierte en un escenario perfecto para demostrar que nunca hay que perder la esperanza, que siempre hay que enfrentarse a la vida con la más amplia de las sonrisas y que las mejores cosas ocurren cuando menos las esperas.

jueves, 3 de enero de 2013

"Hake in the bars"

27 de Diciembre de 2012.

La nota que nos dejó el vecino invisible en uno de los escalones de la escalera ahora descansa sobre nuestra estantería fabricada con un pallet. Las dos breves frases en holandés nos han quedado las cosas claras. No es capaz de saludarnos ni de llamar a nuestra puerta, pero nos deja notas en las escaleras. ¡Encima tiene la letra bonita! Faltaría menos. “Bicicletas fuera. No en el hall” se puede leer en el papel. No quiero ninguna bicicleta dentro de casa, ni si quiera en nuestras escaleras. Pues vale, lo comprendemos. No volveremos a dejar las bicicletas en el hall. Llegué a casa y me topé con la nota en las escaleras. Tuve miedo. No sabía ni lo que significaba ni con qué nos sorprenderían ahora. Subí corriendo hasta el salón, encendí el ordenador y gracias al Google Traductor, aunque a veces nos falla, me descifró el mensaje. ¡Vecino Invisible mensaje recibido! Lo cumpliremos, no seremos malos. Le ha faltado poner un “por favor” o un “gracias” pero bueno, al menos tiene la letra bonita. Nos alegra que te hayas manifestado, sea de la forma que sea. 

Esta mañana Mary se va a la tienda temprano. Mary me dice que Marleen le ha dado otra carta para que vaya a la tienda de correos holandesa. ¡Yo creo que Marleen sabe que eso de las cartas es algo que le viene de familia! No es normal que la mande a enviar tantas. ¡Hablando de cartas! Nuevas postales de Navidad llegan a nuestra casa. Un dibujo de mis primos pequeños y una felicitación de la madre de ellas nos alegran el día. ¡Qué emoción sentimos cada vez que recibimos cosas! La madre de Ana y Mary, su hermana y el novio de su hermana les envían dos postales de Navidad, les escriben cosas bonitas y consiguen emocionarlas. Mis dos primos pequeños me han pintado en un folio cosas navideñas, me han escrito en nombre de ellos y de mis tíos y nos gusta la idea de pintar las tarjetas de navidad. ¡Ésas sí que son únicas y originales! 

Ana y yo nos quedamos solos en casa. Hoy trabajamos todos en los restaurantes, menos Ana, no como ayer. Por la tarde Aylim y yo lo tuvimos libre y Mary y Ana trabajaron. Mary tuvo que haber ido ayer a la comida con sus compañeros en el restaurante, como a la que fui yo el día anterior. Pero Mary la anuló, dijo que prefería no ir y decidió quedarse a comer en casa de Aylim con nosotros. Ayer Aylim nos preparó pasta con las cosas que se encontró en la nevera. Una pasta totalmente improvisada, pero estaba muy buena. Champiñones, puerros y gambas se unieron en grupo para acompañar a los lacitos. ¡Normal que nos hiciera de comer! Después del favor que le hicimos no nos merecíamos otra cosa. 

Ana se va al centro de la ciudad a comprar el regalo de su amigo invisible, ya que el otro día hizo un intento de ello y en vez de comprar cosas para el regalo se las compró a ella misma. Así que hoy lo intenta de nuevo y se despide de mí, hasta luego. ¡No compres nada para ti! Compra para el amigo invisible… 

Me quedo en casa y la soledad me invita a continuar con Las Cartas de Holanda, así que me pongo manos a la obra y escribo alguna que otra carta. Escribo hasta que llega Ana del centro. Llega cargada de unas cuantas bolsas. ¡Menos mal! Parece que ha comprado algo. Dice que no mire nada y que no intente adivinar quién es su amigo invisible, pero por unas cosas y por otras y por las sonrisas que se le escapan cuando intento adivinarlo termino averiguando para quién son sus regalos. ¡Ya lo sé! Lo sé, lo sé, lo sé. Ana me lo confirma y, por si fuera poco, me enseña qué le ha comprado. ¡Qué chulo! Yo creo que le va a encantar. 

Y antes de irme al restaurante como con Ana. Hacemos arroz y lo combinamos con algo que creíamos que era chóped, chóped en barra. Cuando lo troceamos y lo freímos junto a la cebolla descubrimos que la especie de chóped raro se derrite en la sartén. ¡Qué cosas más raras! Y cuando lo comemos descubrimos que no es chóped, si no que es paté. ¡Paté! Hemos frito paté junto a la cebolla y después se la hemos añadido al arroz cocido. Es paté en barra, algo muy raro. Lo sé. Lo compramos creyendo que era algún fiambre y ahora nos sorprenden con esto. ¡Vaya tela! Como podréis imaginar el arroz no estaba muy bueno. Me lo como porque no hay otra cosa. Casi me hago un cola cao con galletas. ¡Qué asco! 

Cuando Aylim llega a casa nos vamos juntos al restaurante. Mary viene a casa cuando termina en la tienda y nos vamos los tres a los restaurantes. Ana y Gianlu, como tienen el día libre, quedan por la tarde y deciden pasar tiempo los dos juntos. Hablamos entre todos y decidimos quedar después del trabajo en el Dr. Ink, el bar donde tanto nos gusta ir. Tenemos que hablar de la cena de Nochevieja, de lo que vamos a cenar, de quiénes van a comprar la comida y de cuánto dinero vamos a poner. Así que ése es el plan: nos vamos a trabajar y después nos veremos en el bar. ¡Hasta luego! 

Aylim y yo nos lo pasamos muy bien en el trabajo. Cantamos casi todo el tiempo y nuestro jefe bromea mucho con nosotros. Aylim dice que es el mejor jefe de toda Holanda. ¡Es tan bueno que hasta nos ha hecho el favor de comprarnos la merluza para la cena de Nochevieja! Aylim me dice que le recuerde que cojamos la merluza antes de irnos al Dr. Ink y que por favor no la olvidemos en las neveras del trabajo. Al terminar cogemos el pescado y nuestras bicicletas y nos vamos hasta el bar. Nos despedimos de nuestros compañeros de trabajo y nos vamos en busca de nuestros compañeros del no trabajo. Aunque Aylim es compañera mía en la calle y en el trabajo. ¡Somos doblemente compañeros! 

Con la merluza bajo el brazo llegamos hasta el Dr. Ink. Aylim le dice al camarero que nos la guarde en uno de los frigoríficos y, como somos clientela fija, lo hace sin ningún inconveniente. Vale, la merluza ya está a salvo. Ana y Gianlu llegan de casa y Mary llega del restaurante. Como el resto de gente aún va a tardar en llegar decidimos ir a cenar al McDonald´s. ¡Hamburguesas y patatas fritas! No podemos comer más sano. Menos mal que no nos lo permitimos muchos días al mes. ¿Por qué éste tipo de comida no puede ser la comida sana? ¡Todo está al revés! 

Gianlu nos mira raro y es que favor que le hicimos ayer a Aylim también tiene que ver con él. Fue un favor en su casa y la casa es de ambos, así que Gianlu también forma parte. “Aylim, ¿Gianlu sabe algo de todo esto?” le dije antes de comenzar con las mudanzas. “No, no sabe nada pero da igual” me dijo Aylim quitándole importancia al asunto. “Entonces yo no quiero formar parte de esto” le dije bromeando y pensando en la cara que pondría Gianlu cuando descubriera los cambios realizados en su habitación. Lo que ocurre es lo siguiente: Aylim tiene un dormitorio precioso, con muebles preciosos y con cosas preciosas. Lo único que no es precioso en la habitación es un escritorio moderno que no queda bien con el resto de muebles de la sala. A Gianlu le gusta el escritorio y a ella no. Ella, ayer, quiso que la ayudáramos a quitar el escritorio, a bajarlo al salón, a esconderlo en el trastero y a subir un mueble que había en el trastero, para ocupar el espacio que ocupaba el escritorio. Y todo esto a espaldas de Gianlu, ya que no estaba en casa. ¡Yo no quiero saber nada cuando Gianlu vea todo esto! Así que desmontamos el escritorio, lo bajamos por las escaleras y lo sustituimos por un mueble que tenían abandonado en el trastero del jardín. ¡Vaya aventura que nos costó el subir y el bajar muebles por las escaleras! 

Ahora la habitación está más bonita. Todos los muebles son de madera antigua y ahora todo es del mismo estilo. Es una habitación muy bonita y, la verdad, a ese escritorio le destaca todas las partículas de madera que lo forman. Ayer fue la mudanza y hoy ha sido cuando Gianlu se ha topado con los ayudantes de la mudanza, con los testigos del delito, con nosotros. Ya me imagino su cara cuando entró en la habitación y descubrió que su cariño se había deshecho de su escritorio. Encima a media tarde Aylim le envió un mensaje para decirle que le tenía una sorpresa y el pobre estuvo todo el tiempo, hasta que llegó a casa, hecho un flan. Yo creo que ya se temía lo peor. 

Cenamos, olvidando los muebles cambiados, en el McDonald´s y después regresamos al Ink. Cuando estamos casi todos los de la cena comenzamos a hablar del menú, del dinero y de las cosas que no tienen nada que ver con Nochevieja. Hay que comprar bebidas, comida y uvas. ¡Que nos e olviden las uvas! Aunque los holandeses no las tomen nosotros queremos seguir haciéndolo, como en España. ¡Y tenemos que ver a la Igartiburu por internet! Eso no debe faltar. 

Después de improvisar un menú, de juntar el dinero de todos los comensales, de tomarnos algunas cervezas y de leer la lista de personas que cenaremos en la última noche del año regresamos a casa. ¡La lista de personas de la cena! Aylim comienza a decir todos los nombres en voz alta. “Mateu, su madre, Aylim, Gianlu, los dos amigos italianos de Gianlu, David, Andrea, Aser, Mary, Ana, Ana Vaca, Martita y Dani”. Lo sé, la fusión de pueblo y Eindhoven hace mucho contraste. ¡Marta, nuestra amiga de Badajoz, y Anabel Vaca, la del pueblo, se vienen a pasar la Nochevieja con nosotros! Es gracioso escuchar sus nombres entre la lista de personas de Eindhoven. Parece que ahora mismo Eindhoven y el pueblo son dos mundos diferentes, que no se pueden fusionar. Pero al escuchar esto te das cuenta de que todo es posible y de que estamos lejos, pero que tampoco hay tanta distancia. Pues eso, con Martita y Ana Vaca entre la lista de comensales damos por finalizado el número de personas que cenaremos en Nochevieja. ¡Catorce! Catorce para cenar. Lo pasaremos bien, eso está más que claro. 

Después de todo eso, ahora sí que sí, regresamos a casa. Cada mochuelo a su olivo, como el refrán que dicen en España. Y cada uno está en su casa y cada uno duerme en su cama, en su sofá o en su colchón. Cada uno duerme donde quiere. Menos nuestra merluza de Nochevieja, que no duerme donde quiere si no donde la obligamos a dormir. Triste y abandonada duerme en el frigorífico del Dr. Ink. Nadie se ha acordado de ella y la hemos dejado en el bar. Ya la recogeremos. Con media cena en un bar damos por finalizado el día. 



Estamos bien, estamos aquí, estamos en Eindhoven.

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