Una auténtica historia en la que se relatan las aventuras que viven tres amigos cuando deciden marcharse de su país de origen y comenzar una nueva vida a dos mil kilómetros de allí. Holanda se convierte en un escenario perfecto para demostrar que nunca hay que perder la esperanza, que siempre hay que enfrentarse a la vida con la más amplia de las sonrisas y que las mejores cosas ocurren cuando menos las esperas.

miércoles, 25 de septiembre de 2013

"El paso del tiempo y el maravilloso mundo de los maravillosos caminos del mundo."

Trescientos sesenta y cinco días han sido los que han pasado desde aquel veinticinco de septiembre en el que el avión con destino Eindhoven despegaba de tierras sevillanas para, unas horas más tarde, aterrizar en tierras holandesas. Han sido días en los que nos hemos encontrado con tantas situaciones como segundos tiene el día. Han sido días en los que nos hemos encontrado a nosotros mismos y en los que hemos encontrado a los demás. Un año cargado de sorpresas, de cosas bonitas, de cosas menos bonitas, de días de lluvia, de nieve y de sol, de caras felices, de caras tristes. Un año donde una nueva vida se ha abierto camino para mostrarnos el maravilloso mundo de los maravillosos caminos del mundo.

Hoy es un día de celebración. No una celebración en la que la serpentina, los globos y las cervezas sean protagonistas, si no una celebración con nosotros mismos y con esta ciudad que nos sigue arropando día a día. Aunque he de admitir que, sin buscarlo y empujado por las manías del destino, me he topado con un par de globos y unas cervezas. Una celebración de la que os quiero hacer partícipes, porque también formáis parte de ella y porque siempre es bueno celebrar cosas. Para qué estamos en esta vida si no es para celebrar cosas. Pues celebremos.

Me he despertado y el sol me ha sonreído desde la ventana. El saber dónde estaba y el conocer cómo había llegado hasta allí me ha ayudado a devolverle la sonrisa. Una amplia sonrisa en la que podía leerse la felicidad acumulada durante todo este tiempo. Una felicidad generada gracias a todo aquello y a todos aquellos que se han cruzado en mi camino. Una felicidad que grita “gracias” a los cuatro vientos. Gracias por estar feliz, por sentirme feliz y por querer seguir siendo feliz.

Hoy es un día de celebración. Conmigo mismo y con Eindhoven. Es nuestro aniversario. Creo que nunca había celebrado un aniversario con una ciudad. Pero, como todos dicen, siempre hay una primera vez para todo. El primer aniversario en el que debo agradecer mi bienestar a todos los que se han cruzado en mi camino, a todos los que he quedado atrás, a todos los que me esperan allá donde me encuentre, a mis amigos del mundo, a mi familia de España y a mi familia de Eindhoven. A mi madre, mi hermana y mi padre por haber conseguido que la palabra “hogar” tenga un significado maravilloso. A María, por extraer siempre sonrisas aunque parezcan agotadas. Dar las gracias a los que vienen, a los que se van y a los que se quedan. A todos los que me han ayudado, directa o indirectamente. Gracias. A los que me rodean en mi día a día. A mi particular Dama de Elche, por conseguir siempre sentirme como en casa y convencerme de que somos familia. A toda mi gente de esta ciudad, esa gente con la que formo una particular familia. A mi eterna AnSport, por regalarme siempre sus mejores sonrisas, por ejercer de compañera fiel y por hacerme tan feliz simplemente por estar a su lado. A toda la gente del trabajo, a todos con los que he trabajado y a mis jefes, por conseguir que la experiencia laboral también se vista con sabor a dulce. A mi Mary You, por conocerme como me conoce y ejercer de brújula en el mapa de la vida. A mis grandes hermanos de esta experiencia. A mi Panuli, por seguir empeñado en hacerme feliz. A la entrañable comunidad griega y sus intentos de enseñarme su complicado idioma. Al destino, por seguir realizando esas maravillosas y caprichosas hazañas. A todos los que me rodean, de una manera u otra. A todos. Gracias.

Un año que ha pasado como pasan los pájaros por el cielo, como pasan los trenes en la estación y como pasan los segundos en el reloj de la vida. Un año en el que han sucedido muchas cosas, tantas que debería agradecerlas de una en una. Un año en el que he conocido a gente maravillosa y en el que me he conocido un poco más a mí mismo. Un año en el que me he rodeado de aventuras inigualables y en el que he vivido experiencias inolvidables. Un año del que me siento orgulloso, orgulloso por poder decir que añado trescientos sesenta y cinco días mágicos al cajón de los recuerdos. Un año en el que el paso del tiempo ha conseguido que una nueva vida se abra camino para mostrarme el maravilloso mundo de los maravillosos caminos del mundo.

Ya sabes. El tiempo pasa. Hay que celebrar. Hay que ser feliz.

Estoy bien, estoy aquí, estoy en Eindhoven.