Una auténtica historia en la que se relatan las aventuras que viven tres amigos cuando deciden marcharse de su país de origen y comenzar una nueva vida a dos mil kilómetros de allí. Holanda se convierte en un escenario perfecto para demostrar que nunca hay que perder la esperanza, que siempre hay que enfrentarse a la vida con la más amplia de las sonrisas y que las mejores cosas ocurren cuando menos las esperas.

miércoles, 14 de noviembre de 2012

"Nada de esto fue un error"

06 de Noviembre de 2012.

Hace unos meses… 

La chica de pelo rubio y piel blanca encendió el ordenador donde trabajaba casi todo los días, esperó hasta que estuviera preparado para usarse y abrió la página de su correo electrónico. Varios mensajes de publicidad invadían su bandeja de entrada, en la de correo no deseado había también unos cuantos. Todos eran mensajes publicitarios, todos excepto uno. Un mensaje desconocido, de un usuario al que no conocía, había conseguido colarse en su buzón. La chica rubia clicó sobre el apartado que le permitiría leerlo, y lo leyó. 

“Hola. Soy una chica española que ha estudiado Diseño Industrial. Estoy interesada en realizar mis prácticas universitarias en algún país de Europa. Me he topado con tu tienda y con todo lo que haces y me gustaría saber si puedes ofrecerme esa posibilidad. 

Un cordial saludo, Mary.” 

A Marleen le dio un vuelco el corazón, realmente alguien estaba interesado en trabajar con ella. Una sonrisa invadió su rostro y, decidida e ilusionada por la brillante idea, clicó en el apartado “Responder”. 



Hoy hemos amanecido un poco malos del estómago, no sabemos si ha sido por el hartón de comer que nos dimos anoche o por el agua de valencia. ¡Bendita agua de valencia, bendito sushi, tapas, ensaladilla y benditas tortillas de patatas! ¡Bendito todo lo de anoche! Tal vez estemos un poco chungos por ambas cosas, tanto por la comida como por la bebida. Tal vez no bebiéramos ni comiéramos demasiado, pero no estamos acostumbrados a comer esas cosas. ¡Nunca habíamos comido sushi! La verdad. Y qué rico está, la verdad también.

Mary se ha levantado la primera, ha bajado las escaleras de nuestro torreón y ha recibido, una mañana más, al hombre que está pintando la casa. Después de los buenos días lo siguiente que le ha dicho es que si hoy también vamos a cantar. Mary se ha reído y ha recordado la verbena que formamos ayer por la mañana en la cocina. Parece que al pintor le alegramos la mañana. 

Y no desayunamos, no por el momento, porque no tenemos leche en casa. Así que decido vestirme en un momento e ir a comprarla en bici al Albert Heijn. Vuelvo cargado de cartones de leche y nuestro armario ya está lleno de nuevo. ¡A desayunar! 

Y buenas noticias para mí: trabajaré esta semana en el restaurante el miércoles, el jueves y el viernes. Toma que toma. Las cosas van evolucionando. ¿Quién nos lo iba a decir a nosotros? ¡Menos mal que esto de limpiar platos y cubiertos se nos da más o menos bien! A ponerse las pilas, que los tiempos de trabajo han llegado también para mí. Y qué feliz. 

Mary se va a la tienda con Marleen y a las dos y media tengo mi cita con Daniela. Daniela es muy simpática y su marido también. Me dicen que podrían hacerme una prueba, que necesitan a alguien para el diseño de algunas cosas y que podemos quedar otro día para que les enseñe más o menos algunos de mis trabajos. Ellos son diseñadores de moda, ella diseña las prendas y él toma las fotografías y las edita. ¡Las prendas son una pasada! Cada una de ellas te las puedes poner de seis formas diferentes. Qué originales. Me gusta mucho donde tienen situado el estudio, está cerca de casa, al lado del canal y está dentro de una nave enorme donde hay varios estudios y talleres más. Es una nave llena de estudios, por decirlo de alguna manera. Me gusta. Paso un buen rato agradable con ellos y quedamos la semana que viene. Me despido y vuelvo a casa. 

Ana prepara la comida, hace arroz con champiñones y salchichas. Como siempre gracias a la mahonesa podemos arreglarlos. ¡Y hablando de mahonesa! Hablamos con María por la web cam y como siempre es emocionante verla. ¿Cuándo va a llegar el día en el que nos llame y nos diga que vayamos a recogerla al aeropuerto de Eindhoven? Aunque nos la imaginamos entre maletas y azafatas y nos aseguramos de que puede llegar a ser un auténtico show. María solo esperamos que si coges un avión aparezcas en esta ciudad, y no perdida en alguna civilización del Machupichu. 

Al caer la noche, y después de que el pintor se haya ido despidiéndose hasta mañana, llega Mary de la tienda. ¡Nos dice que puede que la semana que viene conduzca el coche de Marleen! Necesita recoger un paquete en una ciudad y puede que vaya ella, junto con otra chica, a recogerlo. ¡Mary al volante en Holanda! Eso no me lo pierdo por nada del mundo. Y cuando estamos casi a oscuras… ¡Oh, oh! Descubrimos que no tenemos luz en mitad de los enchufes de la casa y no hay agua caliente. ¿Que qué? Imposible. Creemos que el pintor ha tenido que haber tocado algún cable cuando ha estado liado con las escaleras. ¡Dios de Holanda mío! Seguro que él también ha descubierto los huesos que descansan en el hueco. Mary y yo, indignados, bajamos las escaleras con sigilo intentando no toparnos con el misterioso vecino invisible y abrimos el armario de madera donde están todos los conectores y plomos de la luz. Ahora subo este, luego subo el otro. Ahora se enciende una luz, luego se apaga la otra. El caso es que creemos que incluso en unos segundos hemos dejado al vecino invisible sin luz y ni siquiera ha salido a quejarse. Qué hombre más raro. Dejamos todos los plomos como estaban. ¿Se llaman plomos o fusibles? ¿Qué son los fusibles? No sé. El caso es que lo dejamos todo como estaba y volvemos a casa, subiendo los escalones que ahora huelen a pintura. 

Como algunos de los enchufes sí que funcionan tenemos que conectar el del microondas en la otra punta al que lo tenemos colocado de la cocina, ya que su enchufe no funciona. Mary dice que casi lo tenemos que sacar a la terraza para poder enchufarlo. Ahora el microondas está en mitad de la cocina, sobre una de las mesas que le compramos a la chica de Londres y con el cable tan tenso que casi se puede bailar la conga con él. 

Y bajo las luces de Navidad nos quedamos hasta el día siguiente. Mary ve ahora a María por la web cam, Ana enreda con el portátil y yo intento darle explicaciones a mi hermana de cómo enchufar un disco duro a su ordenador, hasta que lo conseguimos. ¡Es casi imposible! Necesito cosas que tengo en España para enseñarle a Daniela, pero por suerte las encuentro por aquí. ¡Hasta mañana! We see you tomorrow! 



La diseñadora, que había leído el mensaje un par de veces, comenzó a escribir su respuesta. Marleen sonrió en todo momento y pulsó el botón “Enviar”. Mensaje enviado. La chica rubia suspiró, aún sin creer que alguien hubiera mostrado interés en trabajar con ella y en su tienda. Esperaría de nuevo una respuesta. Eliminó todos los mensajes de publicidad y cerró la sesión. 

A dos mil kilómetros de allí una chica recibía en su bandeja de entrada un mensaje cargado de buenas noticias. No lo leería hasta la mañana siguiente. Aquella mañana de verano que significaría el comienzo de algo sorprendente, aquel mensaje de respuesta que conseguiría cambiarle la vida por completo. 



Estamos bien, estamos aquí, estamos en Eindhoven.

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