Una auténtica historia en la que se relatan las aventuras que viven tres amigos cuando deciden marcharse de su país de origen y comenzar una nueva vida a dos mil kilómetros de allí. Holanda se convierte en un escenario perfecto para demostrar que nunca hay que perder la esperanza, que siempre hay que enfrentarse a la vida con la más amplia de las sonrisas y que las mejores cosas ocurren cuando menos las esperas.

jueves, 22 de noviembre de 2012

"La Ciudad de la Luz"

16 de Noviembre de 2012.

Hoy es viernes y es el cumpleaños de mi padre. ¡Felicidades papa desde Eindhoven! Menos mal que de éstas fechas uno no se olvida porque con esto de las redes sociales uno se vuelve vago mental y si un recordatorio no te avisa no lo recuerdas. ¡Qué daño nos estamos haciendo con tanto click en “me gusta”! No lo sabemos muy bien, pero ahí seguimos. Bueno voy a escribir que después la tengo que subir al Face… ups. 

Esta mañana los pintores han llegado de nuevo, solo que esta vez no llaman a nuestra casa si no que están haciendo algo en el jardín del vecino invisible. No lo hemos descubierto por nuestra propia cuenta. Gracias a que uno de ellos, Benito, ha llamado a la puerta de casa y Mary le ha abierto, le ha preguntando que si su compañero andaba por aquí. ¿Manolo por aquí? Manolo hoy no ha venido. Pero sí, se han asomado a la terraza y allí estaba, en el jardín de abajo haciendo algo. Pues ala, Manolo y Benito ya están juntos de nuevo. Qué graciosos son, hacen buena pareja de trabajo. No sabemos sus nombres reales pero la furgoneta que tienen es idéntica a la de la serie de televisión y además ellos se parecen un poco a los personajes. ¡Hasta les pega que se llamen Manolo y Benito de verdad! 

Hoy es mi día libre, los viernes y los lunes si todo sigue como hasta ahora. ¡Qué suerte hemos tenido! Llegamos con todos los restaurantes españoles bajo el brazo, caminamos kilómetros de la ciudad para buscarlos a todos y por suerte en uno de ellos necesitaban a una chica. Ana comenzó a trabajar y un mes más tarde conocería a la chica que me ofrecería a mí algo, en lo que trabajo ahora. Suena sencillo, pero no ha sido sencillo. La buena suerte también ha estado de nuestra parte pero tampoco olvidemos que hemos hecho de todo para llegar a donde estamos. ¡Qué tiempos aquellos en los que comíamos en la moqueta del albergue o aquella primera noche en nuestra casa en la que dormimos en el suelo! A veces hay que sufrir, pero siempre hemos estado bien o, al menos, lo hemos intentado. Lo dicho, que Ana y Mary hoy sí que trabajan. 

Después de comer Ana y yo recibimos un mensaje de Mary, que aún está en la tienda de Marleen. Nos dice que la diseñadora le ha dicho que puede ir a una tienda de diseño que hay a unos minutos en bici a hacer fotos y así poder ver si les interesa algún diseño para añadirlo a la suya. ¡Por supuesto que vamos contigo! Ana y yo cogemos las bicicletas y quedamos con Mary en el centro. Una vez los tres juntos, y Mary con la cámara réflex de Marleen colgada al cuello, nos vamos hasta la tienda donde hay que hacer fotos. Llegamos sin ningún problema y entramos en ella. La tienda es más grande que la de Marleen, hay más cosas que en ella y es más cara. Parece que es imposible que sea más cara, pero lo es. 

Mary hace fotos a las cosas que cree que le gustarán a Marleen, a unos jarrones que en principio es lo que íbamos buscando entre otras cosas, mientras que cotilleamos por toda la tienda. Hay cosas muy chulas. Chulas y caras, claro. Hay una lámpara más alta que Ana, un sillón muy cómodo, unos collares que imitan las jaulas de un pájaro, un caballo que parece un collage de telas de todo tipo y muchas cosas más de diseño. 

Ana tiene que irse un rato antes de la tienda porque tiene que regresar a casa para ducharse, vestirse e irse al restaurante. Además, antes de venir con nosotros, le ha llevado una de nuestras bolsas de plástico donde trajimos nuestra ropa envasada al vacío a una de sus compañeras del trabajo. La chica se va a España por unos días y le encantó la idea de llevar ropa como si de embutidos se tratasen, por eso le hemos dejado unas bolsas. No sabemos cuándo volveremos a utilizarlas. ¡España! Algún día volveremos con nuestros paquetes de ropa comprimida. 

Cuando Mary y yo terminamos de hacer fotos me voy para casa y dejo que regrese de nuevo a la tienda de Marleen y así poder enseñarle las fotos que le hemos hecho a los artículos de diseño. De nuevo en casa me encuentro con Ana, que aún no se ha ido al trabajo, y después disfruto de mi soledad. A veces necesito quedarme solo, supongo que todos necesitamos quedarnos solos alguna vez. A solas con tus pensamientos, hasta que te cansas y te vuelves loco. Coges el teléfono móvil y mandas un mensaje a cualquiera de la lista de tus contactos, aunque de momento son pocos. Tres o cuatro nombres, incluidas Ana y Mary el servicio de atención al cliente en Holanda. Qué agenda más triste. 

¡ZÁS! Estoy a solas en el salón, escribiendo una de las cartas, y algo muy raro ha sonado en la cocina. ¿Qué ha sido ese ruido? Madre mía. Estar solo en esta casa no da tanto miedo como antes, pero esos ruidos que suenan a veces dan un poco de mal rollo y más aún si sabes que el vecino invisible medio visible, ya que lo vimos el otro día por primera vez, sigue rondando por ahí debajo. Me levanto del sillón y abro la puerta del salón, enciendo la luz del mini pasillo que me lleva hasta la cocina, me asomo escaleras abajo comprobando que no hay nadie en la entrada de la casa y abro la puerta de la cocina, lentamente. La puerta hace un chirrido terrorífico en medio de la noche y ¡un hombre con un cuchillo aparece de la nada abalanzándose sobre mi cuello! Es broma hombre. No había nadie, menos mal. ¿Y de dónde ha salido ese ruido? Entonces es cuando recuerdo la trampa de ratones que compramos el otro día en el Action. Efectivamente, un ratón ha sido aplastado por el tubo de hierro de la trampa, que lo ha atrapado al intentar coger un trozo de queso. Pobrecillo. ¡Y se escuchan ruidos de nuevo! Resulta que un ratón amigo ha huido de la escena del crimen. ¡Otro ratón! No puede ser. Seguro que ha venido a despedirse de su amigo asesinado. ¿Pero qué es lo que pasa en esta casa? Seguro que los ratones suben desde la casa del vecino invisible, ayudados por los huequecitos que quedan en el suelo por donde pasan las tuberías. ¡Hay que tapar esos agujeros! 

Más tarde, aún solo en el salón y con un ratón tieso en la cocina, recibo un mensaje de Mary para decirme que Marleen se ha ido a trabajar a casa con Derek y que me puedo ir a visitarla a la tienda. Así que me visto y me voy con ella. Además, luego tenemos que ir a ver de nuevo el recorrido de luces. El lunes pudimos ver un poco pero nos apetece verlo con más detenimiento. Las calles están preciosas esta semana. El GLOW, que así se llama el festival de la luz, convierte a la ciudad en el nombre por el que realmente todos la conocen: la ciudad de la luz. 

Comemos unos sándwiches de nocilla en la mesa de Marleen, antes de cerrar la tienda e irnos a disfrutar del GLOW. A las nueve, más o menos, echamos la llave, apagamos las luces que no son necesarias y quedamos las que iluminan la tienda por la noche, en modo de atención a los clientes. Las bicicletas las quedamos en la puerta de la tienda y comenzamos el recorrido a pie desde allí. 

El recorrido está señalizado con las farolas de color rojo, a las que han sustituido el color de sus luces para esta semana, que forman un camino por toda la ciudad que te va guiando por todos los edificios y resto de cosas que conforman el festival de la luz. Una de las catedrales del centro está iluminada gracias a unas proyecciones de vídeo que quedan impresas en su fachada, acompañado todo de una música que consigue poner los pelos de punta. En la fachada de la catedral podemos ver cómo un director de orquesta guía a sus músicos en forma de vídeo, luces de colores recorren las paredes y composiciones en movimiento que hasta te hacen creer que la catedral se está destruyendo. Hay un momento en el que quedan proyectados en ella un montón de mecanismos, como los del interior de un reloj, y realmente parece que le ves las tripas a la catedral. Increíble. Continuamos por la calle más larga de pubs, bares y discotecas de la ciudad, y parece ser que de Europa, y está iluminada en forma de pasillo de luces y efectos de discoteca. Todos los bares parecen quedar bajo el mismo techo de luces y efectos, englobando a todo el mundo bajo el mismo manto de sensaciones. ¡Un montón de gente camina por el recorrido! Le digo a Mary que parece que vamos a la romería del pueblo. ¡Qué de gente por Dios! Alé Santa Quiteria, alé, alé. Solo nos hace falta cantar eso en medio de la muchedumbre. ¡Mierda! Nos hemos quedado el pañuelo de la Quiti en casa, porque está colgado del marco de la ventana del salón. 

Continuamos disfrutando de las proyecciones. Vemos un centenar de flores de papel, realizadas por niños, y cada una de ellas lleva una bombilla entre los pétalos. Un mar de luces se crea ante los ojos, contemplando una explanada llena de flores de colores con bombillas blancas. Todas las calles del centro de la ciudad están iluminadas de forma especial. Vamos a la puerta del restaurante donde ahora trabajo, ya que frente a ella hay una plaza donde podemos disfrutar de un montón de lámparas gigantescas que van alternando sus colores. Las lámparas gigantes quedan agrupadas entre ellas, formando cuatro o cinco grupos de luces de colores en toda la plaza. Nos hacemos muchas fotos con la cámara de Marleen y grabamos con mi cámara de vídeo. ¡Es una auténtica maravilla! Todo es precioso. Disfrutamos del resto de edificios; del resto de proyecciones; de unas caras que quedan iluminadas y acompañadas por música que parece de los dioses; vemos el edificio de la policía, en el que varias luces de neón nos cuentan la historia de una persecución entre un ladrón y un policía, recorriendo toda la fachada del edificio. Y terminamos nuestro recorrido de la luz en un túnel realizado con vigas de hierro del que se proyectan rayos de láser de color rojo y azul y que, gracias a unos aspersores que lanzan agua en forma de brisa al aire, dibujan formas sorprendentes en el interior del túnel. Mary dice que parece que estamos metidos en un video juego. ¡Nos quedamos embobados durante mucho tiempo bajo el juego de rayos de láser y agua! Claro, cuando salimos de él nos damos cuenta de que nuestras ropas están empapadas. Tanta brisa acaba calando. 

Para celebrarlo nos compramos unas hamburguesas y unas patatas fritas a un precio bastante económico, y bastante ricas, por cierto. Merece la pena disfrutar del festival de la luz en Eindhoven, merece la pena disfrutar de esta semana mágica, merece la pena formar parte del GLOW y merece la pena disfrutar de unas hamburguesas y unas patatas fritas con mahonesa sentados en uno de los bancos de las frías calles de esta ciudad. Simplemente La Ciudad de la Luz merece la pena. 



Estamos bien, estamos aquí, estamos en Eindhoven.

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