Una auténtica historia en la que se relatan las aventuras que viven tres amigos cuando deciden marcharse de su país de origen y comenzar una nueva vida a dos mil kilómetros de allí. Holanda se convierte en un escenario perfecto para demostrar que nunca hay que perder la esperanza, que siempre hay que enfrentarse a la vida con la más amplia de las sonrisas y que las mejores cosas ocurren cuando menos las esperas.

martes, 27 de noviembre de 2012

"Broken bikes, invited food and good vibes"

23 de Noviembre de 2012.

Nos levantamos temprano, como casi todos los días, y me pongo como un loco a escribir las cartas que me quedan para ponernos al día. ¡Malditos días en los que estuvimos sin internet! Aunque ya queda menos para llegar a la carta del día en el que nos encontramos actualmente. Hoy es mi día libre, los viernes y los lunes, aunque no sé si hoy trabajaré o no. Si trabajo es porque no han conseguido contactar al chico que limpia y que el otro día no daba señales de vida. Si me llaman porque no saben nada de él es muy probable que no cuenten más con su presencia y que necesiten la ayuda de Mary. Sería muy bueno que los tres estuviéramos trabajando a la vez en el mismo puesto. ¿Os imagináis a los tres limpiando platos? Si hay que mantenerse los primeros meses así lo haremos, sin ningún pudor y sin ningún inconveniente. Eso lo tenemos más que claro. ¡No habrá ni una mancha de comida en un plato que se nos resista! 

Enchufo la cámara de video al ordenador y guardo todos los vídeos del “making of” de la sesión de fotos de Daniela. Tengo que hacer el vídeo porque el lunes he quedado con ella y con su marido para enseñarles algo de lo que lleve hecho. ¡Tranquilos que para el lunes seguro que está medio terminado! Esto de compaginar el trabajo del restaurante con el trabajo de Daniela es divertido, ya que son tan diferentes los estilos de trabajo que no te cansas de ninguno. Al menos de momento no. Continúo con el vídeo y empiezo a buscar algún tipo de música que le venga bien a las imágenes que grabé en la sesión. ¿Qué música le pongo? Es un dilema, tengo un dilema. Hasta que doy con una que parece que le agrada a mis oídos y que no queda mal si la escucho mientras veo los planos de las modelos. ¡Bien! Haré el vídeo con esa canción. Esperemos que quede bien. 

Hoy ha sido un día tranquilito, no hemos hecho muchas cosas fuera de lo normal. Hoy ha sido uno de esos días en los que has pasado tantas horas delante del ordenador que piensas que no has hecho absolutamente nada, aunque en realidad hayas hecho miles de cosas. El vídeo de Daniela va avanzando y me gusta los resultados que voy obteniendo. ¡Seguro que les gusta! 

Mary se va a la tienda de Marleen y después, un poco más tarde, cuando Ana continúa haciendo su puzle de mil piezas, me llama Desiré. Desiré es la jefa de los dos restaurantes donde trabajo y si me llama es porque necesita que trabaje hoy también. Descuelgo la llamada y escucho cómo me saluda desde el otro lado del teléfono. Me pongo nervioso, ya que con ella hablo en inglés, y me dice que si puedo trabajar hoy a las seis de la tarde. Le digo que por supuesto, me da las gracias y me dice que no saben nada del chico que limpiaba los días que yo no iba o, al menos, eso he entendido yo. ¿Le habrá pasado algo malo? Espero que simplemente se haya cansado de fregar platos y nos haya dejado el camino libre s nosotros, que tanto necesitamos el dinero para seguir viviendo aquí. ¡Trabajo! En mi día libre también trabajo. No me importa, me gusta la idea y lo que más me gusta es que seguramente mañana Mary empiece a trabajar en el restaurante al que yo no vaya. ¡Si el otro chico les ha fallado nos dirán que se lo digamos a Mary! Eso está más que claro. Pues nada, a las cinco y media me toca de nuevo, como a Ana, limpiar y limpiar. Pero qué limpios que somos. 

Ana me cuenta todo lo que ocurrió anoche con una bici, con otra bici, con Aylim, con el novio de Aylim, con no sé qué de una terraza y una cadena rota. Resulta que anoche, cuando decidieron venirse a casa después de unas cervezas, la cadena de la bici del novio de Aylim decidió no funcionar más y se partió. Oh, no. Es la bici que le compramos aquella noche al chico negro que vende bicis robadas, la misma noche que yo le compré la suya al novio, ya que él se enamoró de la que tenían aquella noche los negros. Pues ahora la cadena, sin saber por qué, se ha partido y no puede utilizarla. Hay que repararla cuanto antes. Ana, anoche, les recordó que nosotros en la terraza tenemos una que está con la rueda trasera desinflada. Es la bici que robamos aquel día de la puerta de la casa de la compañera de trabajo de Ana. Qué jaleo de bicicletas que tenemos. Todas son de todos. Aylim, su novio y Ana invadieron anoche la terraza y se llevaron la bici desinflada. ¡A ver si la reparan y así no tienen que reparar la cadena partida de la otra! Ana me lo cuenta todo y me imagino la situación. No puedo parar de reírme, me los imagino a los tres intentando no hacer ruido y bajando las escaleras con la bici desinflada. Resumen: Mary tiene su bici de Marleen en la tienda; Ana tiene la suya en la puerta de casa; yo tengo la mía, que se la compré al novio de Aylim, en la puerta de casa; y el novio tiene la bici que robamos y que estaba desinflada en la terraza de casa, la suya de la cadena rota no sé donde está. Bicis, bicis y más bicis. 

Más tarde recibo una llamada de Aylim. Han llevado la bici de la terraza a un taller y necesita saber si le puedo dejar mi bici a su novio, ya que tiene que ir a trabajar y no tiene cómo ir. Le digo que sí y que yo también tengo que ir a trabajar. Como ella y yo vamos al mismo sitio y a la misma hora podemos irnos los dos en su bici y así su novio se puede lleva la mía, que antes era la suya, a su trabajo. ¡Todo solucionado! Quedamos con ellos dos en la puerta de casa y enseguida aparecen. 

Nos despedimos de Gianlu, el novio italiano de Aylim, que se lleva la bici al trabajo e invitamos a ella a que se tome algo en nuestra casa. Ana y Aylim se beben un té y yo no me bebo nada. No me gustan los tés, me encanta como huelen pero simplemente se queda en eso. Es como beber agua caliente, y no soporto el agua caliente. Pasamos un buen rato hablando los tres, de todo un poco y de un poco el todo. Hablamos de nuestra vida en España, de nuestras vidas en España, de lo diferente que es todo aquí y de todas las cosas que estamos haciendo y experimentando. A la hora de la comida Aylim nos dice que tiene un montón de pasta en su casa, que nos vayamos con ella y así podemos irnos directamente al trabajo desde allí. Nos parece una buena idea. ¡Perfecto! Ella se va a casa y nosotros nos quedamos duchándonos y vistiéndonos, así no tenemos que volver después. ¡Enseguida vamos! Estamos deseando probar esa pasta tan rica que has cocinado. 

Llegamos a su casa, los dos montados en la bici de Ana, y entramos en ella. El maravilloso hogar que tanto nos gusta. Eso sí es una casa, lo nuestro más bien es un piso de estudiantes. Poco a poco. Aylim está dándole el último toque a la comida, ponemos la mesa y nos sentamos a disfrutar de la comida. ¡Otra llamada al teléfono! Y es Mary, que dice que Marleen le ha dejado la tarde libre hasta las siete y que dónde estamos. Le decimos que se venga a casa de Aylim y que hay comida, aunque ella ya ha comido. ¡Le doy la buena noticia de que va a trabajar el sábado, que mañana tiene una prueba! ¡Mañana tiene una prueba! Aylim ha estado hablando con Desoiré después de que me llamara a mí y le ha dicho lo de Mary. ¡Es genial! Mañana todos a limpiar platos. Las buenas cosas parecen que caen del cielo, es el destino. Está claro. 

Mary llega, se pone muy contenta por lo de su trabajo de mañana y un poco nerviosa porque va a ser su primer día. ¡La pasta está buenísima! Mary no come porque ya lo ha hecho en la tienda, pero la prueba. Aylim nos cuida demasiado, es un encanto de chica. Nos preparamos para irnos al restaurante, recogemos la mesa y nos ponemos en marcha. ¡A trabajar! Mary va a casa hasta que vuelva a irse un momento a la tienda y nosotros tres nos vamos en bici. Llevo a Aylim hasta el restaurante donde ella trabaja, ya que hoy no vamos al mismo, y me llevo su bici hasta el otro. Hablamos que cuando terminemos quedamos para irnos de nuevo juntos en bici. ¡Hasta luego! ¡Que nos sea leve a todos! 

Las cosas en el restaurante van bien. Ya os lo he dicho. Cada día estoy mejor y más contento. Hoy he dado clases de español a los cocineros. Son muy graciosos porque cada vez que me dejan una bandeja de metal que quieren que friegue me dicen “caliente” y la dejan sobre la mesa de donde recojo las cosas sucias. Dicen “caliente” porque las bandejas suelen estar muy calientes y es posible que te quemes con ellas. Y creedme: si un cocinero dice que algo está caliente, es que está caliente. Si lo dice otra persona no, pero un cocinero sí. Ellos sí que saben medir las temperaturas con las manos. Pues bien. Ellos saben decir “caliente” y me lo dicen porque soy español, aunque el resto de cosas me lo dicen en inglés. Es gracioso porque es la única palabra que dicen en español. Les digo que para decir “Is hot” (Está caliente) se le añade al “caliente” la palabra “está”. “Está caliente” repite Will, el marido de la jefa, después de que se lo diga un par de veces. “Está caliente” vuelve a decir. Qué graciosos. Nosotros seremos igual de graciosos hablando inglés. Al rato entro en la cocina para colocar algunos utensilios que he limpiado y están los tres cocineros diciendo “Está caliente, está caliente”. Me muero de risa al comprobar que mis lecciones de castellano dan buenos frutos. Qué situación. Los tres repitiendo como loros la mini frase es algo que no se ve todos los días. Me llevo bien con ellos, qué pena que hoy falte Aylim para darle nuestro toque de música a la jornada. ¡Todos los días terminamos cantando alguna rumba española y los cocineros nos siguen el rollo tarareando o bailando con alguna espumadera en la mano! Me encanta. 

Hablo con mi jefe, el cocinero marido de Desiré, y le digo que mañana viene mi amiga a trabajar a ese restaurante y que yo voy al otro. Le digo que me acercaré con ella un rato antes para explicarle las cosas y dice que sí, que todo perfecto. A ver si hay suerte y a Mary se le da bien el trabajo. ¡Seguro que sí! 

Al salir del trabajo me monto en la bici de Aylim y voy a por ella a la puerta del otro restaurante, que están muy cerca el uno del otro. Los dos nos vamos en busca de su novio para que me devuelva la bici. Una vez los tres juntos me monto en mi bici y les dejo a ellos con la de Aylim. Me despido de ellos, que van a quedarse a tomar algo, y vuelvo a casa, donde está Mary. Ana aún no ha terminado. 

Le cuento a Mary todo lo que he hecho hoy, me cuenta todo lo que ha hecho ella y le explico un poco todo lo que va a ver mañana en el restaurante. Le digo que nos iremos a las cinco para explicarle todo con detalle y así evitar el mayor número de dudas. Después de una larga charla vemos un par de capítulos de la serie “Prison Break” y nos vamos a la cama, a los colchones mejor dicho. Mañana será un gran día. ¡Buenas noches! 



Estamos bien, estamos aquí, estamos en Eindhoven.

No hay comentarios:

Publicar un comentario